viernes, 27 de febrero de 2009

Capítulo 2: Aron (ATENCION: LENGUAJE SEXUALMENTE EXPLÍCITO

Las calles de esa zona de la ciudad eran sucias y estrechas. Aron no tenía miedo de ir por allí por muy oscuro que estuviera, era un barrio demasiado pobre como para que alguien buscara una víctima de hurto. Aparentemente, ese barrio tan solo era un barrio dormitorio. Miles de trabajadores dormían por la noche para despertar al día siguiente, listos para fichar y enfrascarse en su monotonía. Aparentemente ese agujero era un pozo de la sociedad.
Realmente la mitad de esas casas ya no cumplían tal función, habían sido ocupadas por anarquistas y drogadictos que pasaban allí día y noche, o bien eran pequeños negocios ilegales en busca de un poco de discreción. Había sido una noche movida y Aron tan solo buscaba poder relajarse un poco.



- No está mal el Scotish, la música un poco cutre, pero hay un montón de tías. — Dijo William mientras salían del Schotish Beer.
-Sin duda hay mucha más gente que en el Black Belt. Está bien cambiar un poco de aires.— Aron salía por la puerta mientras bebía lo que le quedaba de su cubalibre para tirar el vaso al suelo.—Lo dicho, la semana que viene nos traemos a Jack. Seguro que se olvida de todas sus penas.

Los dos amigos empezaron a caminar por la calle, ahora llena de gente que salía de los bares. Andaban enfrascados en su mente y en silencio sepulcral. Aron trataba de colocar los recuerdos de toda esa noche tan intensa con una sonrisa en la boca. Había conseguido el teléfono de una chica y conocido a dos de sus amigas. Eso era lo que él llamaba una noche productiva. Sabía que lo más probable sería que no la llamara nunca, pero en cierta manera, se sentía bien consigo mismo. Sin duda esos últimos días de su existencia había vivido tan solo para disfrutar cada momento. Se había instalado en casa de un antiguo amigo de su infancia a quién le pagaba un alquiler. Había dejado definitivamente los estudios y se había puesto a trabajar de peón en una obra, donde sin duda le dieron trabajo gracias a su robusto cuerpo. Por suerte era un trabajo por horas, de modo que aunque estuviera enfermo, como pasaba muchas veces, no lo despedían por no acudir al trabajo. Era un trabajo mal pagado, pero para él era suficiente. Su madre le mandaba dinero, de modo que sus ganancias eran para disfrutarlas tanto como pudiera. En esos últimos días, Aron pensaba que nadie en el mundo podía vivir mejor que él.

-El resto del camino lo harás solo, tengo una cita. —Habían llegado a la boca de metro, y Aron dejaba solo a William. Había quedado.
-¿Cómo? ¿Tienes una cita y no me habías dicho nada? ¿Tienes novia?
-No es exactamente una novia. – A Aron le hizo gracia la reacción de William.—Te lo contaré cuando seas mayor.
-Esta me la pagaras otro día, hoy disfruta de tu cita.—William aún sonreía.
-Nos vemos.

William y Aron se dieron la mano y acto seguido Aron vió como el pelo alborotado de su amigo se movía mientras bajaba las escaleras. Él retomó el rumbo que llevaban antes.

Tardó veinte minutos caminando hasta llegar a esa estrecha calle. Se paró en el número 80. La puerta era vieja, aunque podría abrirse si le daba una patada, llamó al timbre del segundo piso. Aguantó el dedo tres segundos en el pulsador. Después aguardó para conseguir una respuesta.
-Llegas muy pronto tigre, se nota que estás impaciente.— Dijo una voz femenina muy sensual. Se oyó un ruido desagradable y la puerta se abrió. Aron la acabó de abrir con un empujón que hizo tintinear la barandilla de la escalera. Empezó a subir hasta el segundo piso con paso calmado. No quería parecer demasiado impaciente. Elisa esperaba delante de la puerta, hizo una mueca de sorpresa al ver a Aron. El chico se anticipó a dar explicaciones:
-Sé que no pedí cita, pero tenía ganas de verte.
-No funciona así chaval, en quince minutos tengo una cita. No todo gira a tu alrededor.- Elisa estaba enojada. Aron rebuscó con calma en su bolsillo hasta dar con un fajo de billetes atados con una goma elástica.se los entregó a Elisa mientras entraba por la puerta de la casa.— Has tenido suerte pequeño, creo que acabo de cancelar mi cita—Dijo a la vez que contaba el dinero.

La casa tenía dos partes. La primera de ellas era una sala de estar enorme y estaba a la vista de los clientes. Disponía de una cama y un gran mueble con estanterías llenas de CDs , un enorme equipo de música, una selección de películas porno, y un televisor increíblemente gigantesco. El resto de la casa nunca había sido visto por ningún cliente de Elisa. Ambas partes tan solo estaban unidas por una puerta, la puerta que Elisa cruzó.

-Ahora estoy contigo chaval, voy a llamar a ese perdedor para que no pierda su triste tiempo. — Aron se tumbó en la cama del medio de la sala y se quitó la camiseta.

Todo había empezado hacía un mes, y aunque hasta entonces no lo sabía, todo había tenido sentido durante ese tiempo. Nunca había logrado entender como siendo un chico corpulento era tan enfermizo. A veces incluso pasaba días en cama. Hacía un mes que había empezado a vivir la vida. Un mes atrás, impulsado por el entusiasmo de Jack y William habían ido los tres a donar sangre al ver una campaña publicitaria. Ocurrió rápido. Tres días después de la donación recibió una carta. Su sangre había sido descartada para cualquier donación. Tenía sida.

No quería de ninguna manera vivir en un hospital el resto de su vida. Sabía que moriría pronto, y quería disfrutar al máximo el tiempo que le quedaba. Pasado el mal tragó trató de pensar como se había contagiado. Nunca conoció a su padre, tal vez fuera ese el motivo. En ese caso su madre también estaría infectada. No le dijo nada, no quería que se preocupara por él. También cavía la posibilidad que si lo decía a su madre ésta llegara a la misma conclusión, que ambos tenían sida. En parte necesitaba echarle las culpas a su padre, al padre que nunca había conocido. Ofuscado por la idea de que si contaba algo lo contendrían en un hospital y lo llenarían a pastillas, decidió gastar su tiempo en disfrutar al máximo.

Ahora vivía como nunca lo había hecho antes. Tal vez era más feliz que nunca.

-Buenas noticias, mi otro cliente volverá mañana. Me tienes toda para ti.—Dijo la prostituta vestida solo con ropa interior. Se acercó a Aron hasta sentarse a su lado en la cama.— Cuéntame que te ha pasado por la cabeza para venir hasta aquí. – Elisa era una chica realmente atractiva. Aron pensaba que era un milagro que su cuerpo no se hubiera dejado con el paso del tiempo. Aunque tuviera más de treinta años, pensaba que era la mujer más sensual que había visto nunca.

-Después del otro día necesitaba volver a por más.
-Espero que no te estés colgando de mí o te harás daño pequeño. ¿No te importa que ponga música verdad?—Sin esperar respuesta alguna, Elisa se levantó de la cama i se dirigió al único mueble que había en la sala a parte de la cama. Pasó el dedo por los lomos de todos los CDs hasta dar con uno muy concreto: Nevermind. Encendió el aparato de música, sacó el CD de su caja y lo introdujo en la bandeja. En unos segundos la música inundaba el ambiente como un tenue manto. “Smell like teen spirit” era la canción.

-¿Nirvana?
-Exacto pequeño. Aún no habías nacido apenas cuando empezaron.—Elisa cogió un preservativo de encima de una de las estanterías y volvió hasta la cama andando al compás de la batería de la canción. Se estiró junto a Aron y se quitó la ropa interior hasta quedarse totalmente desnuda junto a Aron.
-¿Qué tratas de decir con eso?—Aron empezó a acariciar el cuerpo desnudo de Elisa.
--Escucha esta canción. Su letra apenas tiene sentido alguno. Kurt Cobain cogió partes de poemas que le gustaban y las juntó.— La prostituta empezó a acariciarle el miembro bajo el pantalón.—A veces las cosas carecen de sentido, pero eso las hace más bellas. Eres pequeño para entenderlo.— A Aron le fastidiaba que siempre lo tratara como a un crio llamándolo pequeño. Sabía que si no lo llamaba por su nombre, era porqué no le importaba lo más mínimo como se llamara. Solo le interesaba el dinero y entretenerse un rato con cháchara inútil.

Pensaba que así eran las putas.

-Kurt Cobain murió joven. En el fondo todo esto no le sirvió de nada.—Las palabras de Aron pretendían fingir una dureza que realmente en ese instante no tenía.
-Lo importante no es el tiempo que vivimos, pequeño. Lo importante es como lo vives. –Elisa empezó a deslizar sus labios por el torso desnudo de Aron hasta llegar a la entrepierna. Le quitó los pantalones y los calzoncillos. El chico notó como el frio de un preservativo se deslizaba por su miembro. Acto seguido, pudo notar la humedad de la boca de Elisa.

Aron, mientras disfrutaba la felación, reflexionaba en lo que acababa de decir Elisa hacía unos instantes. Moriría joven como Kurt Cobain, pero él tenía una ventaja: ya sabía que tan solo duraría unos pocos años más. Debía disfrutar tanto como pudiera. Debía pasar esa noche tan bien como le fuera posible. Cogió a Elisa por los hombros y la estiró a su lado para después montarse encima.
-Vamos pequeño, fóllame como tú sabes.—Aron se cogió el miembro y lo introdujo súbitamente en la vagina de Elisa, quien gimió con fuerza.

De fondo, por encima de los gemidos de placer, sonaba “in bloom”.





Aron salió por la puerta de la vieja casa de Elisa. Había estado fingiendo dormir un rato al lado de la mujer hasta que pensó que era hora de irse. Mientras la puta dormía con una belleza angelical, se levantó para apagar la música y se vistió silenciosamente. Dio un último vistazo a la chica desnuda. Los juguetones rayos de sol que se filtraban por la ventana le acariciaban la piel. Era hermosa.

La calle seguía tan vacía como hacía unas horas. La única diferencia era que con la luz del sol todo parecía más sucio. Caminó hasta la esquina y se volvió para mirar la casa donde acababa de estar con Elisa. Nada le gustaba más que hacer el amor con esa mujer y esperaba el momento de volverla a ver. Era el chico más feliz del mundo, pero algo le atormentaba en el fondo de su ser. Temía poder enamorarse de Elisa

viernes, 20 de febrero de 2009

Capítulo 1: JACK

Bajó las estrechas escaleras seguido de sus amigos. Como cada sábado. El ambiente era cargado y se respiraba un penetrante olor a tabaco. Como cada sábado. El bar estaba medio lleno y la gente se movía al compás del rock que sonaba. Las voces de la muchedumbre ahogaban la música hasta convertirla en un susurro. Jack se sentó en la mesa de siempre, situada en la esquina del local. Sus dos compañeros lo siguieron.


­- Cada vez viene menos gente, ¿eh Jacky?-- Le dijo William mientras se sentaba en una silla

- Tal vez deberíamos ir al Schotish Beer, se está poniendo de moda. —Propuso Aron. Jack conocía a sus dos amigos desde la infancia, sabía cuánto les gustaban las mujeres, y en ese local cada vez había menos. Sin embargo quería quedarse en el Black Belt, no podía permitir dejar ese lugar de lado.

- No jodais. Sabéis que en ese puto bar solo ponen música enlatada. — No lo podía permitir.

-¿Qué coño te pasa? Sabes tan bien como nosotros que aquí ya no hay ni la mitad de gente que antes. Esto se hunde Jack, y tú no eres el capitán. –Aron era impulsivo como ningún otro. Últimamente vivía bajo el ideal de disfrutar la vida con prisa e intensidad. Jack nunca había conocido a alguien tan sincero y tan poco escrupuloso a la vez.

-­­­­Llevamos más de medio año viniendo aquí ¿tan poco te importa eso?— Se dirigió hacia William, esperaba que él lo apoyara. Sabía que él aún guardaría un poco de valor sentimental por el Black Belt.

-Debes entenderlo Jacky, este sitio va a peor. —William siempre lo llamaba así. Era el tipo de persona que siempre estaba para ayudar. Comprensivo y alegre, era el pequeño centro de ánimo del grupo.

Apenas eran unos críos cuando fueron por primera vez al Black Belt. Jack siempre se acordaría de esa noche. Estaban asustados y olían a miedo. Durante esos 8 meses en los que habían acudido religiosamente cada sábado, ese lugar había visto sus mejores y peores momentos. Allí William probó su primera mujer. Se hicieron sus primeras cicatrices por culpa de la afilada lengua de Aron. Allí fue donde Jack se enfrentó al abismo de estar solo después de cortar con su chica. Había decidido seguir adelante en esa misma mesa, al lado de sus amigos. . Esas historias y más formaban parte de los momentos más intensos de la vida de Jack. El Black Belt había sido siempre el escenario de sus últimos recuerdos, siempre lleno de clientes variopintos. Últimamente solo lucía gente que parecía tan olvidada como el propio local.

-No os entiendo a vosotros. No sé como podéis tener tan poco aprecio a este lugar. ¿Qué le diréis a Tony?—Anthony era el gigante negro, el dueño del Black Belt. Siempre vestido de luto y enorme como la puerta de entrada. Hacia 6 meses que habían empezado a hablar con él cada noche. Aunque siempre hablaban, nunca le habían preguntado por qué iba de luto. En unos minutos llegaría. Steve el camarero abría el bar por él. Jack tenía ganas de ver la enorme sombra de Tony bajando por las escaleras. Tal vez así los chicos recapacitarían.

-¿No te irás por él? No somos nadie para Tony, tan solo unos clientes más.- Sabía que Aron tenía razón. — No pongas excusas.—Jack apoyó el codo en la mesa para poder aguantarse la cabeza. Con los dedos se presionó los ojos, quería que eso acabara.- ¿No me oyes o qué?

-¡Vale!- Jack sacudió con fuerza el aire.- Id al Scotish Beer si tantas ganas tenéis, yo me quedaré aquí para hablar con Tony por última vez. —Notó la mano tranquilizadora de William en su hombro.

-Tranquilo, ¿estás seguro de que no quieres venirte ya?

-No. Quiero hablar con todo pos última vez. Necesito hablar con Tony y Steve. Me podéis dejar solo, no le diré que ahora iremos al Scotish Berr, tranquilos.

-Como quieras, pero te queremos ver con nosotros en el Schotish el próximo sábado—Aron se levantó seguido de William.— ¿Estarás bien?

-Si

-¿Seguro?—Aron siempre se preocupaba por la seguridad de sus dos amigos.

-Seguro.

-Hasta pronto.

Jack vio como sus amigos recorrían el local hasta llegar a las escaleras. Antes de subir Aron se giró, miró a Jack un par de segundos y después reanudó su marcha. Se había quedado solo en la mesa. Observó su alrededor mientras escuchaba los primeros acordes de “Highway to Hell”. No veía a nadie conocido. Bajó la cabeza. El mundo parecía haberse girado en su contra. No volvería a ver esas paredes negras que tantos momentos habían compartido con él. Se sentía traicionado. Solo y traicionado.

-¿Que te pongo?, ¿Una cerveza como siempre?—Steve le sorprendió. Era un chico no muy mayor que Jack, que destacaba por su atractivo. –¿No vendrán hoy Aron y William?

-No, estamos un poco ocupados con los exámenes. Venia para decirle a Tony que no vendremos por un tiempo. — Esperaba que poco a poco se acostumbraran a que no fueran por el Black Belt hasta que se olvidaran de ellos.

-Últimamente Tony está cabizbajo aunque no lo muestre. Pero es fuerte, encontrará la manera de que esto se llene de nuevo. Así volveréis otra vez.—A Jack se le heló la sangre. No entendía como podía saberlo.

-¿Qué? ¿Qué estás diciendo?—Steve dejó su bandeja en la mesa y se sentó ante Jack.

-Llevamos más de un mes que nos pasa lo mismo. Lo entendemos, sabemos que es cuestión de modas. Yo también soy joven, hubiera hecho lo mismo. — El camarero sonrió y cogió la mano de Jack.—Tranquilo, se lo puedes contar a Tony, es comprensivo y recuerda mejor que nadie como es tener nuestra edad.

-No sabes lo difícil que me resulta despedirme de vosotros.— Jack volvió a apoyar la cabeza en sus manos para taparse los ojos, apartando la mano de Steve. Deseaba que eso no estuviera ocurriendo.

-Siempre te encariñas demasiado con la gente. Me acuerdo el numerito que montaste cuando te dejó esa puta. — Jack levantó la vista inmediatamente.

-Era mi novia Steve, la quería. — Ese comentario le había molestado enormemente. Esa noche lo había pasado muy mal.

-La vida sigue sin ella, igual que seguirá sin nosotros.—Steve hizo la mejor de sus sonrisas. Realmente era atractivo.-- Ahora te traigo una cerveza. Esta invito yo.— Steve se levantó mientras cogía su bandeja

Momentos de reflexión. ¿Cómo podía a Steve importarle tan poco? Jack pensó que estaría acostumbrado, y que evidentemente Aron tenía razón, tan solo era un cliente más para el Black Belt. Él había ubicado allí sus recuerdos, pero para ese lugar solo era uno más.

-Te dejo aquí la cerveza y me voy, que tengo trabajo. --Steve pasó como un rayo y sus palabras sonaron más vacías que nunca. – Espero que hablemos antes de que cerremos.

Jack calló como si no hubiera oído nada. Decepcionado, cogió su cerveza y dio un gran trago. Notó el frescor de la bebida recorriendo su garganta. Estaba acostumbrado al alcohol, necesitaría algo más para abandonar la sobriedad. Empezaron a retumbar por todo el local las primeras notas de bajo de “Hysteria”.

-¡Sara! ¡Cambia esa puta música!—Jack reconoció la voz del gigante negro, como lo había apodado William. — Pon algo más adecuado para mis oídos.—Las primeras notas de “One” empezaron a sonar mientras Tony se acercaba a la mesa de la esquina-- ¡Jack! ¿Dónde diablos se han metido tus colegas? ¿No me digas que ya están echando la pota?—Tony se sentó ante Jack.

-Tenemos que hablar Tony.— Dio otro trago a la cerveza y observó a Tony—Los chicos quieren que al partir de ahora vayamos al Schotish Beer los sábados.—Un escalofrío recorrió la espalda del chico al ver el rostro inmóvil y serio de Tony.

-Sabía que algún día ocurriría. En este oficio todo el mundo viene, y algún día se va. –Tony soltó una gran carcajada para sorpresa de Jack.- ¿Sabes porque voy siempre de luto Jack? – La pregunta sorprendió al chico gratamente.

-No tengo ni idea…

-Hace 2 años, antes de que abriera el bar, murieron mi mujer y mi hija.- Jack quedó perplejo ante la noticia de Tony. El rostro del gigante se tornó casi inexpresivo

-Nunca nos habías contado nada.

-Ese no es el motivo Jack.- Su cara se volvió más seria que nunca bajo su espesa melena rubia. – Voy de luto para no olvidar que el mal siempre está presente, y que cada día puede ocurrir algo que te cambie la vida para siempre, y la verdadera fuerza está en superarlo y seguir adelante.- Jack miraba fijamente a Tony tratando de asimilar la reflexión.- Tal vez eres demasiado joven para comprenderlo.

-Creo que lo he entendido.

-Volveréis algún día, haré que esto vuelva a funcionar. No sabes cómo me reconforta que hayas querido hablar conmigo.- Las palabras del dueño del local dieron ánimos a Jack.

-No podría irme sin más después de todo este tiempo.- Ambos se sonrieron.

-Te daré una cosa.- De la camisa del bolsillo sacó una tarjeta que tiró encima de la mesa.- Éste es mi número de teléfono, por si algún día necesitas el consejo de un amigo que haya vivido la vida. – Jack miró la tarjeta, ponía el nombre completo de Tony, la dirección del Black Belt y un número de teléfono móvil.

-En un mes te llamaré, te contaré como nos va todo, te contaré si puedo convencer a Aron y William para que volvamos. – Volvieron a sonreír mientras el chico se guardaba la tarjeta en el bolsillo del pantalón.

-Esperaré tu llamada Jack.

El chico satisfecho dio el último trago de cerveza del vaso, y al mirar a Tony vió que a sus espaldas había alguien familiar. Una chica, no sabía su nombre. Movía su larga cabellera morena al compás de “Hey Joe”. Había visto a esa chica desde que fue por primera vez al bar.

-Me tengo que ir Tony.-Se levantó súbitamente y ofreció la mano al gigante.

-La última cerveza no se le cobra a un amigo.- Hubiera bromeado diciendo que Steve le había dicho lo mismo, pero necesitaba irse. Se dieron las manos y Jack empezó a andar.

-Te llamaré.

Jack cruzó la sala con la mirada fija en las escaleras. Quería salir de allí en ese mismo instante. Cada paso era una eternidad. De fondo se oía el brillante solo de Jimi Hendrix, pero él estaba demasiado concentrado. El humo era más molesto que nunca y la oscuridad lo entorpecía como no lo había hecho antes. Se sentía débil, tenía ganas de respirar aire fresco. Finalmente llegó a las escaleras y las subió una a una para que Tony no notara como de nervioso estaba. Cuando llegó a la puerta de salida la abrió con rapidez y salió al exterior. No había nadie, la calle estaba desierta. Todo el mundo estaba bebiendo en los bares de la zona menos él. Se sentó al lado de la puerta, bajo un cartel que ponía “BLACK BELT” en letras brillantes sobre un fondo negro. Se tapó los ojos con las manos y empezó a llorar en silencio.


Esa chica, esa chica de la que no sabía el nombre, la había visto desde el primer día. Era atractiva sin duda, aunque nunca había tenido valor para decirle nada. Esa chica de la que no conocía más que el rostro no la volvería a ver. Esa chica de la que estaba perdidamente enamorado era la razón de su llanto.

martes, 17 de febrero de 2009

Empieza la cuenta atrás.


Esta semana se empezará a publicar en este Blog el relato: COLOR DE CUERVO

Tres amigos, a raíz de un canvio en su vida, empiezan a descubrir secretos que ni ellos sabían que tenían. Harán lo posible para que nadie sepa su secreto, hasta que este se vuelva en su contra.

Cada capitulo será narrado desde el punto de vista de un personaje. Los personajes se encontraran en diferentes situaciones y no todos reaccionarán del mismo modo.

Espero subir regularmente y que disfruteis tanto leyendo como yo escribiendo. Este viernes el primer capítulo.