viernes, 13 de marzo de 2009

CAPÍTULO 4: William

William salió del lavabo junto a una chica de la cual no sabía el nombre. Recordaba que esa chica tenía un estúpido nombre de niña pija, de esos que había preferido no conocer. Su nombre era lo que menos le importaba. Sin despedirse de ella cruzó el local para ir a la mesa donde estaban sentados Jack y Aron.


-Estás hecho un fiera. — Aron sonreía acomodado en su silla con un cubalibre en la mano. William se sentó a su lado.

-Solo debes saber que teclas tocar pequeño Aron.—El chico se sentó en la silla que quedaba libre para después hablar con Jack. –Que te parece el Scotish Jacky? – Su amigo había estado callado toda la noche. Desde el momento en que se habían saludado donde siempre para coger el metro, no había vuelto a decir palabra.

-La música es una mierda. No entiendo como seguimos aquí rodeados de esta gentuza snob. –William lo entendía. Desde su llegada la música no había cambiado. La misma música electrónica repetitiva sin ningún sentimiento. William solo quería que Jack se animara, pero su amigo no parecía poner de su parte.

-Te diré porqué Jacky: Coños. Esto está lleno de tías en busca de sementales como nosotros. -- William colocó su codo en la entrepierna simulando con el brazo un descomunal pene. Rió junto a Aron a carcajadas ante la inexpresividad de Jack. –Voy a buscar algo de beber.



No podía aguantar más ese estado en el que Jack estaba sumido. Debía irse y despejarse un poco. Había sido él quien lo había alejado del local que amaba. Se sentía culpable, pero no podía hacer más. William pasó entre la multitud hasta llegar a la barra del local. Una decena de adolescentes menores que él estaban apoyados en ella mirando las chicas que bailaban en medio del bar. Todos ellos exhibían su bebida alcohólica como si fuera su trofeo, una muestra de su hombría. William se abrió paso forzosamente para poder apoyar los codos en la barra y pedir.


-Ponme un gin tonic. No te entretengas mucho. – El barman, un hombre enorme y de aspecto rudo, lo miró con mala cara. Antes sus amigos habían tardado 10 minutos en conseguir su bebida. En ese bar no servían las mesas como en el Black Belt.


Mientras estaba observando como el barman hacía su trabajo, alguien le apretó el hombro. Se giró con tranquilidad dejando un codo en la mesa y vio la hermosa sonrisa de Karen, la hermana de Jack. No podía creer que estuviera allí. Veía a Karen demasiado pequeña como para acudir a esos locales. Si su amigo sabía algo de la presencia de su hermana se volvería loco. William pensaba que Jack era demasiado protector.


-¿Qué haces aquí Karen? –William trataba de intimidar a la chica. Ella debía saber que no podía estar allí. No quería causarle más problemas a Jack. La chica volvió a sonreír. Aunque su cuerpo no era el de una mujer, su rostro era hermoso.

-Te buscaba. Me han hablado de ti. Vamos al lavabo antes de que nos vea mi hermano. –William sabía lo que la chica quería. Tal vez si iba con ella podría persuadirla. Lo primero era que Jack no la viera. Aún menos junto a William.

-Vamos. –Dejó de lado el Gin tonic que había pedido y que el barman no había ni siquiera empezado a preparar. Siguió a Karen hasta la puerta del lavabo, situada cerca de la barra. Entraron en el de hombres, que tenía fama de estar menos transitado. No había nadie. Entraron en un retrete y cerraron la puerta.


-¿Cuánto cuestan? –Evidentemente Karen hablaba de las pastillas que vendía William. Ese era el motivo por el cual había apoyado a Aron para ir al Schotish. No quería vender la mercancía de la Araña poniendo en peligro el bar de Tony. Además el Schotish tenía más clientes, y estos tenían mucho más dinero. Un centenar de jóvenes cansados por el dinero que sus padres les daban, en substitución de su presencia, y que daban a cambio de droga. Era una forma cara de encontrar emociones nuevas. Para William era un negocio seguro. La semana anterior se había sacado 200 euros y pretendía sacarse más esta semana.

-No te pienso vender nada Karen. Jack es mi mejor amigo. No puedo hacerle esto. — La chica se apresuró a contestar.

-No son para mí. Mis amigas pensaron que me las dejarías más baratas. Son para ellas. — William había hablado algunas veces con Karen y pensaba que era sincera. Sin embargo en ese momento no quería arriesgarse.

-Lo siento Karen, no puedo fiarme. Entiéndeme. —Sara miró a William lujuriosamente.

-Si quieres estar seguro de que yo no tomo nada, puedes vigilarme toda la noche. –La mano de Karen se deslizó por el torso de William mientras ella se acercaba cada vez más. En unos segundos sus caras se rozaban y la mano de Karen acariciaba la dura entrepierna de William. Las mujeres habían sido siempre el punto débil del chico. Trató impetuosamente mantener la templanza.

-No puedo hacerlo Karen. Eres la hermana de mi mejor amigo.—La voz antes firme de William se había vuelto insegura y entrecortada.

-Seguro que no puedes?



Los labios de ambos se juntaron besándose en un primer contacto. Karen tomó la iniciativa y prolongó el beso unos instantes más. Sus labios se frotaron con pasión mientras sus lenguas se acariciaban excitándolos cada vez más. Aunque el chico sabía que estaba mal, quería prolongar esos diminutos instantes de placer. Karen era entregada y besaba como ninguna otra chica de su edad. Siguieron allí varios segundos, sumidos en su pequeño momento en el paraíso. Finalmente William se templó y apartó sus labios lentamente para poder hablar mientras cogía con cariño la cabeza de Karen con las puntas de los dedos.



-De acuerdo. Pero no se puede enterar de nada tu hermano. –La voz de William temblaba. Tenía miedo de estar hiriendo a su amigo, pero era lo que su mente le mandaba que hiciera. Quería pensar que no era culpa suya, que Karen lo había incitado. No podía resistirse a las chicas, era su eterno esclavo.

-Mis amigas y yo vamos a una casa cerca de aquí para acabar la noche. Nos vemos en la puerta en cinco minutos. Sal tu primero y cuéntale alguna excusa a mi hermano y asegúrate de que no nos vea.

-Karen…--William, con el rostro preocupado, vaciló un momento.

-Dime. —La voz seguro de Karen intimidó a William. Desearia haber dicho que no quería ir con ella. Desearía haberle dicho que debería estar en casa y mandarla a dormir. Sin embargo trató de dar otra respuesta. Deseaba a Karen del mismo modo que todas las mujeres del local. Anhelaba la pasión que le suscitaba el contacto con una hembra.

-Mejor que… - Las palabras de William no conseguían agruparse en su mente. Trató de pensar rápido. – Mejor que sean diez minutos. Nos vemos en 10 minutos en la puerta.

-Como quieras. –Karen era muy autoritaria y eso preocupaba a William. Realmente deseaba con todo su ser acostarse con ella. Sin embargo no podía olvidar que era la hermana de Jack. El instinto le podía y Karen sabía que él estaba a su disposición.



Salió por la puerta rápidamente para ir a hablar con Jack, quien no podía verle con su hermana. Se dirigió rápidamente a la mesa donde había visto a sus amigos por última vez. Se sorprendió al ver solamente a Aron tosiendo ruidosamente sobre la mesa.



-Chico, ¿Te pasa algo? ¿Se te fue el cubata por el otro lado?—Aron tosió una última y ruidosa vez y se dirigió a William

-No, tranquilo. Solo que últimamente ando un poco resfriado.

-Vaya, a ver si te cuidas. Esta noche a dormir prontito. –Sonrió un poco para quitarle importancia al tema que estaba a punto de abordar. --¿Dónde está Jacky? – Entonces William tuvo un escalofrío. Tal vez su amigo le había visto entrando en el lavabo con su hermana y se había ido indignado. Tenía miedo de haber herido a Jack y haber destrozado su amistad.

-No se acostumbra a este lugar. Quería volver al Black Belt para saber si todo seguía igual. Ha dicho que la semana que viene estaría más relajado, que tiene que hacerlo poco a poco. –William suspiró aliviado. –Yo no tardaré en irme. Tengo una cita. Solo esperaba para decirte que Jack se había ido y yo no podía quedarme más tiempo.

-Yo me tengo que ir. He ligado y me parece que… --Alguien apretó el hombro de William. Se giró y volvió a ver la hermosa sonrisa de Karen. Se le erizó el bello.

-William, mis amigas me han dicho que mi hermano se ha ido. Vámonos rápido. –Aron se puso serio y miró a William. Hubo unos instantes de silencio. William tenía miedo de lo que podría decir su amigo. Sabía que estaba haciendo algo mal y que Aron se lo reprocharía. Finalmente Aron rompió el silencio.

-No me lo creo. Sin embargo pienso que me lo podía haber esperado de ti Will. –La cara de Aron reflejaba tosa su serenidad mezclada con su típica seriedad. –Las mujeres te pueden William.

-Aron… Lo siento. –Se sentía culpable. Deseaba no ser tan débil. Bajó la mirada abatido. –Por favor, no le digas nada a Jacky.

-Tranquilo. Te guardaré el secreto. Sin embargo debes andar con pies de plomo. –William alzó la mirada sorprendido. Tardó varios segundos en reaccionar.

-Gracias Aron. Me tengo que ir. Nos vemos.

-Adiós.



William empezó a andar rápidamente hacia la salida seguido por Karen. La sala retumbaba con la misma música repetitiva que había oído toda la noche. El deseo de acostarse con Karen y pasar toda la noche en su misma cama se mezclaba con la angustia de saber que era la hermana de Jack. Aunque ya no era ninguna niña, él siempre la había visto como la hermana de su amigo. Le costaba hacerse a la idea. Karen lo rodeó con sus brazos mientras andaban.


-Esta noche soy toda toya William. –Karen le besó suavemente la nuca. –Toda tuya.



Esa noche William no volvió a pensar en Jack.

3 comentarios:

  1. Hii

    Weno weno bien...
    Esta be aquest capitul Osso!!

    jiji
    Diumenge kritica exaustiva!!


    !!Fumador de Purus!!

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  2. todos los hombres son iguales...

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  3. mm esta beee, a mi menganxaaa!
    aqet capitol pro, potse es mes tipic, el q creiem tots dels bars i dels respectius ambients,

    i una questioo, as psoat les edats daqets noiss? q en tenen uns 20?
    i la tia uns 16?

    o es del pal... q cadascu u a dinterpretaa?

    jjajaja a sgeuir aixi escriptor!


    arii

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